Fuera de casa
He pasado una temporada corta fuera de casa. Digo temporada
corta aunque para mi ha sido realmente larga. (Aún no he acabado puesto que
sigo aquí)
No es que no me guste
salir de casa ni de mis costumbres. No me da miedo despedirme de mi lavadora,
de mi lavavajillas o del microondas. Eso si, los hecho de menos muchísimo.
Sé que si hubiera nacido en otra época me hubiese adaptado.
(no habría tenido más remedio) pero es frustrante estar acostumbrada a cosas
buenas, o modernas, o que nos ayudan más en la vida diaria si lo queremos
definir de alguna forma, que cuando llegas a un pueblo de pocos habitantes, que
tienen una nevera donde si metes la sandía tienes que sacar el melón, donde el
primer dia tienes que hacer gazpachos como loca porque no caben los tomates en
el frigorífico y se estropean, y que cuando quieres ir al aseo tienes que salir
de casa porque los servicios, en este caso un diminuto servicio con media
bañera, con un lavamanos donde apenas te caben las manos y un Wáter con la tapa
que debía ser blanca, ahora amarillenta y descascarillada se encuentra en el
patio… menudo frio cuando tienes que pasar a las cinco de la mañana, porque
¿Quién se vestiría para salir al patio a esas horas? Yo casi soy incapaz de
abrir la puerta (una de hierro pesado), como para ponerme a buscar las
zapatillas o la bata que nunca uso.
Tampoco quiero exagerar. No he escuchado ni un solo día una
sirena. (Aquí no hay urgencias después de más de veinte años, o treinta (no
estoy segura). Le tendremos que dar las gracias a Rajoy por hacernos recorrer
casi cuarenta kilómetros para que nos atiendan. Creo que todo esto tiene un
motivo muy específico. Explico:
En este pueblo
hay mucha más población mayor que jóvenes, por lo que se pagan más pensiones.
Si estas personas, en su mayoría ancianas, no tienen un centro de urgencias y
tienen que recorrer tanto para llegar a uno, más de uno se muere. El gobierno
se ahorra una pensión. Eso es sin duda lo que pretenden, recortar personas para
las pensiones.
En realidad el pueblo no esta mal, y la casa que yo he
alquilado… bueno, ni fu ni fa. Lo mejor es el patio desde donde estoy
escribiendo ahora, claro que de vez en cuando tengo que espantar las moscas, o
levantarme para que las avispas investiguen libremente mi ordenador.
He tenido que poner una colcha colgada en la entrada de
casa, la de la puerta de hierro, para que las moscas no entren. Creo que aquí
son más pesadas que en ningún otro lado. Algunas diréis, anda que poner una
colcha. Pues la colcha tiene más años que yo, de hecho una vez le vi una
parecida a mi abuela siendo yo muy niña. Tiene unos girasoles gigantes y otras
flores de tonos naranjas y blancos. (Alegran el patio) pero estropean las
habitaciones.
Esta casa es bastante amplia, lastima que solo tenga en el comedor
una alacena que ni un restaurador ni un carpintero podrían arreglar.
Para colmo
es de esas que tienen cerraduras y como alguien cierre con llave estas perdido,
pues las largas llaves de hierro no encajan muy bien en la cerradura y siempre
están el suelo.
Yo que pensaba, que bien, un dia invito a comer a mi
gente. Pues va a ser que no si es que no
traen sus cubiertos, sus platos y sus sillas, y porque mi madre que tiene casa
aquí me ha dejado una mesa, porque la que hay, baila por sevillanas cada vez
que nos sentamos a comer. Por no decir que las cuatro sillas que hay (nosotros
somos cinco Jejeje) se hunden.
La cocina es un espacio de dos por dos. Vamos que quepo yo y
algún niño si se pone de lado. Tiene una cocina de gas (a mi se me había
olvidado encender un mechero puesto que no fumo). Tiene un grifo con un
escurreplatos tan pequeño que cuando lavo la olla tengo que sacarla al patio
para que se me seque, además si quiero abrir la ventana, tengo que quitar los
vasos de ese escurreplatos porque si no, no abre.
La nevera, una nueva que han comprado los dueños al saber
que veníamos, es más bajita que yo, para que os hagáis una idea yo mido metro y
medio, además hace un ruido alucinante. Parece que hubieran metido las
cataratas del Niágara dentro, menos mal que me he traído mi súper ventilador
gigante.
Mi familia se reía de mí al verme con el súper ventilador.
Mi hermana dice que es de los que usan los cineastas para hacer viento
huracanado Jejeje. Será por eso que vienen a visitarme con frecuencia y que mi
hija me dice que la recoja el pelo porque se la mete en la boca. Si hasta
sirves la comida caliente y se te enfría echando ostias. (Perdonar, empiezo
hablar como los de aquí)
La nevera no está en la cocina, no. Esta junto a esa alacena
que os comentaba antes y de frente a una lavadora que tiene más años que la
abuela de Tarzan. Da igual que pongas a lavar en agua fría o caliente porque
siempre tienen el mismo programa. A ver si hago unas fotos para que lo veáis.
La casa tiene un salón separado por puertas de cristal, las
que tengo siempre abiertas porque una de ellas esta rajada y tengo miedo que se
hagan cristalitos.
Por lo menos compraron unos sillones nuevos, uno de tres
plazas y uno de dos, de esos que te cuestan trescientos euros y que no puedes
estar sentada más de una hora seguida porque hacen forman.
De la televisión no tengo ninguna queja. Es nueva, grande,
de plasma. Imagino que sea lo más valioso que hay en la casa, aunque como ahora
con eso de las crisis hay tantas ofertas…
Tiene una habitación, la de matrimonio. La llamo así porque
es la que utilizo yo y mi compañero cuando viene los fines de semana. En
realidad todas las camas de las casa son grandes.
En este dormitorio en particular no hay armarios, ni
mesitas, ni lamparitas. No hay nada para
que engañarnos, excepto mi superventilador que le meto por las noches para no
escuchar el ruido de la nevera.
Hay otra habitación con dos camas grandes. Tampoco hay
armarios, ni mesitas, ni nada. Tan solo un perchero de pared donde he colgado
un rollo de papel higiénico por si los niños tienen mocos, y para decorar un
poco Jejeje. Había un cuadro de cuando Cristo era pequeño (no es que fuera
Cristo el que sale en la imagen, pero para que os hagáis una idea del tiempo
que puede tener ese cuadro sin cristal) es una lamina vieja y arrugada, religiosa,
colgada de una alcayata.
Digo había porque le quite el primer dia. Me dan yuyu esas
imágenes.
Contiguo a este dormitorio hay otro con un crucifijo negro y
una cama recogida que no he querido ni estirar. No me apetece que duerma nadie
compartiendo el sitio con las arañas que pueblan la casa. Ya no sé ni cuantos
insecticidas he tenido que comprar en el mes que llevo aquí.
Esa habitación la utilizo de ropero porque como no hay
armarios… pues ala, con vestidor y todo. Para que luego digan que no soy
moderna.
El calentador esta junto a la lavadora. Un calentador que
solo enciendo cuando nos vamos a duchar y que enseguida apago porque tiene una
perdida importante de gas. Vamos que esta casa necesita un reformón… no, esta
casa debe ser demolida y vuelta a levantarse.
El caso es que no me puedo quejar porque me ha costado 300
Euros, claro que me enterado de que en sotillo de ladrada que está mucho más
cerca de Madrid la hubiera encontrado por 250 Euros, y aquí mismo por 150.
Eso me pasa por hacer las cosas rápidas y corriendo. Las
prisas nunca son buenas.
Bueno, menos mal que apenas me queda una semana para ir a mi
pisito con suelos de tarima y puertas de roble, con mi lavavajillas en mi esplendida
cocina. Siempre me ha parecido pequeña, pero visto lo visto, ahora pienso que
es muy hermosa.
Hace poco hemos estado en fiestas. Lo he pasado bien.
Durante una semana todas las noches había orquesta. Yo me venia a las cuatro de
la mañana y convenciendo a los niños, menuda marcha que tienen.
Me gustó el primer dia que hicieron un desfile de peñas. Mis
hijos y mis sobrinos junto con otros niños del pueblo formaron la peña “somos
los que estamos y estamos los que somos”
Desfilaron detrás de un coche amarillo que habían adornado
con cadenetas fucsias y negras y un par de cartulinas a juego con estrellas
pintadas. Lastima que a mitad del desfile, el coche de atrás se despistara y
golpeara al de amarillo hundiéndole el maletero y arrancando el bombín de
cuajo. (Cosas que pasan)
Durante el desfile me llamó la atención un par de peñas.
Eran jóvenes. Unos habían cogido un remolque de esos que parecen excavadoras
(entiendo muy poquito de esos vehículos, creo que son como volquetes pequeños)
El caso es que lo tenían lleno de agua y nos fueron mojando a todos mientras
alguno de ellos se bañaban en el interior. Debido a la crisis llevaban los
torsos descubiertos, vamos que no había camisa más que unas palabras escritas
que como se mojaron nadie alcanzó a leer.
También había otra peña que viajaba en un remolque lleno de
bidones de agua. Esos si que tenían peligro, soltaban el bidón sobre
cualquiera.
A mi me empaparon pero como estábamos a más de 38 grados
casi que se lo agradecí.
Cuando se acabó el desfile sacaron mangueras y aquello se
convirtió en un concurso de camisetas mojadas.
Debió de ganar alguno de mis hijos que no podían caminar del
peso que llevaban sus ropas.
Por las noches, durante el baile, las peñas llevaban
botellón. Entre ellas habían juntado dinero y habían comprado toda clase de
bebidas, por lo que se pasaron la noche entera bebiendo y cargando con las
neveras portátiles de un sitio a otro.
Lo que más llamó mi atención y no me gusto mucho, fue el
hecho de que los hombres iban por un lado y las mujeres por otro. Bailaban las
chicas con las chicas, y los hombres se emborrachaban en un rincón de la plaza.
(No me pareció muy divertido, menos mal que mi chico no estaba allí, le hubiese
cortado las orejas) Y no porque yo sea muy posesiva, si no que cuando esta él
todo me parece mejor y diferente. Ainss, si es que en la vida real soy muy
romanticona.
Estando aquí he aprovechado para hacer una novela nueva,
algo que ya tenía que haber terminado, pero es que aquí, también se me pasan
las horas volando. De hecho estoy pensando que me tengo que ir a comprar leche,
y me da rabia comprarla en el pueblo.
Este sitio es muy pequeño y los comerciantes se aprovechan
de ello. Un producto que puedes comprar en Madrid, o en el mismo Trujillo, aquí
te duplican el precio. En el fondo me da un poquillo de pena porque como ya he
dicho, la mayoría son pensionistas que se han dedicado al campo y a los
animales toda la vida y no tienen más remedio que pagar lo que se les pida.
Lo más cercano es coger el coche e irte al pueblo de al lado
que hay un Dia muy pequeño, pero con precios razonables. Claro, que yo como soy
tan dejada, he dejado que el carné de conducir me caducara y tengo a la guardia
civil haciendo guardia en la entrada del pueblo.
Al menos puedo decir que he estado relajada. No hay muchos
vehículos, ni caravanas, ni personas… solo moscas. ¿Ya he dicho que son muy
pesadas?
Ya hoy estoy en mi casa y... ¡quiero irme de vacaciones otra
vez!
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