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jueves, 20 de septiembre de 2012

Experiencia fuera de casa.


Fuera de casa
He pasado una temporada corta fuera de casa. Digo temporada corta aunque para mi ha sido realmente larga. (Aún no he acabado puesto que sigo aquí)
 No es que no me guste salir de casa ni de mis costumbres. No me da miedo despedirme de mi lavadora, de mi lavavajillas o del microondas. Eso si, los hecho de menos muchísimo.
Sé que si hubiera nacido en otra época me hubiese adaptado. (no habría tenido más remedio) pero es frustrante estar acostumbrada a cosas buenas, o modernas, o que nos ayudan más en la vida diaria si lo queremos definir de alguna forma, que cuando llegas a un pueblo de pocos habitantes, que tienen una nevera donde si metes la sandía tienes que sacar el melón, donde el primer dia tienes que hacer gazpachos como loca porque no caben los tomates en el frigorífico y se estropean, y que cuando quieres ir al aseo tienes que salir de casa porque los servicios, en este caso un diminuto servicio con media bañera, con un lavamanos donde apenas te caben las manos y un Wáter con la tapa que debía ser blanca, ahora amarillenta y descascarillada se encuentra en el patio… menudo frio cuando tienes que pasar a las cinco de la mañana, porque ¿Quién se vestiría para salir al patio a esas horas? Yo casi soy incapaz de abrir la puerta (una de hierro pesado), como para ponerme a buscar las zapatillas o la bata que nunca uso.




Tampoco quiero exagerar. No he escuchado ni un solo día una sirena. (Aquí no hay urgencias después de más de veinte años, o treinta (no estoy segura). Le tendremos que dar las gracias a Rajoy por hacernos recorrer casi cuarenta kilómetros para que nos atiendan. Creo que todo esto tiene un motivo muy específico. Explico:
      En este pueblo hay mucha más población mayor que jóvenes, por lo que se pagan más pensiones. Si estas personas, en su mayoría ancianas, no tienen un centro de urgencias y tienen que recorrer tanto para llegar a uno, más de uno se muere. El gobierno se ahorra una pensión. Eso es sin duda lo que pretenden, recortar personas para las pensiones.


En realidad el pueblo no esta mal, y la casa que yo he alquilado… bueno, ni fu ni fa. Lo mejor es el patio desde donde estoy escribiendo ahora, claro que de vez en cuando tengo que espantar las moscas, o levantarme para que las avispas investiguen libremente mi ordenador.



He tenido que poner una colcha colgada en la entrada de casa, la de la puerta de hierro, para que las moscas no entren. Creo que aquí son más pesadas que en ningún otro lado. Algunas diréis, anda que poner una colcha. Pues la colcha tiene más años que yo, de hecho una vez le vi una parecida a mi abuela siendo yo muy niña. Tiene unos girasoles gigantes y otras flores de tonos naranjas y blancos. (Alegran el patio) pero estropean las habitaciones.
Esta casa es bastante amplia, lastima que solo tenga en el comedor una alacena que ni un restaurador ni un carpintero podrían arreglar.


 Para colmo es de esas que tienen cerraduras y como alguien cierre con llave estas perdido, pues las largas llaves de hierro no encajan muy bien en la cerradura y siempre están el suelo.
Yo que pensaba, que bien, un dia invito a comer a mi gente.  Pues va a ser que no si es que no traen sus cubiertos, sus platos y sus sillas, y porque mi madre que tiene casa aquí me ha dejado una mesa, porque la que hay, baila por sevillanas cada vez que nos sentamos a comer. Por no decir que las cuatro sillas que hay (nosotros somos cinco Jejeje) se hunden.


La cocina es un espacio de dos por dos. Vamos que quepo yo y algún niño si se pone de lado. Tiene una cocina de gas (a mi se me había olvidado encender un mechero puesto que no fumo). Tiene un grifo con un escurreplatos tan pequeño que cuando lavo la olla tengo que sacarla al patio para que se me seque, además si quiero abrir la ventana, tengo que quitar los vasos de ese escurreplatos porque si no, no abre.




La nevera, una nueva que han comprado los dueños al saber que veníamos, es más bajita que yo, para que os hagáis una idea yo mido metro y medio, además hace un ruido alucinante. Parece que hubieran metido las cataratas del Niágara dentro, menos mal que me he traído mi súper ventilador gigante.
Mi familia se reía de mí al verme con el súper ventilador. Mi hermana dice que es de los que usan los cineastas para hacer viento huracanado Jejeje. Será por eso que vienen a visitarme con frecuencia y que mi hija me dice que la recoja el pelo porque se la mete en la boca. Si hasta sirves la comida caliente y se te enfría echando ostias. (Perdonar, empiezo hablar como los de aquí)
La nevera no está en la cocina, no. Esta junto a esa alacena que os comentaba antes y de frente a una lavadora que tiene más años que la abuela de Tarzan. Da igual que pongas a lavar en agua fría o caliente porque siempre tienen el mismo programa. A ver si hago unas fotos para que lo veáis.



La casa tiene un salón separado por puertas de cristal, las que tengo siempre abiertas porque una de ellas esta rajada y tengo miedo que se hagan cristalitos.
Por lo menos compraron unos sillones nuevos, uno de tres plazas y uno de dos, de esos que te cuestan trescientos euros y que no puedes estar sentada más de una hora seguida porque hacen forman.




De la televisión no tengo ninguna queja. Es nueva, grande, de plasma. Imagino que sea lo más valioso que hay en la casa, aunque como ahora con eso de las crisis hay tantas ofertas…
Tiene una habitación, la de matrimonio. La llamo así porque es la que utilizo yo y mi compañero cuando viene los fines de semana. En realidad todas las camas de las casa son grandes.
En este dormitorio en particular no hay armarios, ni mesitas,  ni lamparitas. No hay nada para que engañarnos, excepto mi superventilador que le meto por las noches para no escuchar el ruido de la nevera.
Hay otra habitación con dos camas grandes. Tampoco hay armarios, ni mesitas, ni nada. Tan solo un perchero de pared donde he colgado un rollo de papel higiénico por si los niños tienen mocos, y para decorar un poco Jejeje. Había un cuadro de cuando Cristo era pequeño (no es que fuera Cristo el que sale en la imagen, pero para que os hagáis una idea del tiempo que puede tener ese cuadro sin cristal) es una lamina vieja y arrugada, religiosa, colgada de una alcayata.
Digo había porque le quite el primer dia. Me dan yuyu esas imágenes.





Contiguo a este dormitorio hay otro con un crucifijo negro y una cama recogida que no he querido ni estirar. No me apetece que duerma nadie compartiendo el sitio con las arañas que pueblan la casa. Ya no sé ni cuantos insecticidas he tenido que comprar en el mes que llevo aquí.
Esa habitación la utilizo de ropero porque como no hay armarios… pues ala, con vestidor y todo. Para que luego digan que no soy moderna.



El calentador esta junto a la lavadora. Un calentador que solo enciendo cuando nos vamos a duchar y que enseguida apago porque tiene una perdida importante de gas. Vamos que esta casa necesita un reformón… no, esta casa debe ser demolida y vuelta a levantarse.
El caso es que no me puedo quejar porque me ha costado 300 Euros, claro que me enterado de que en sotillo de ladrada que está mucho más cerca de Madrid la hubiera encontrado por 250 Euros, y aquí mismo por 150.
Eso me pasa por hacer las cosas rápidas y corriendo. Las prisas nunca son buenas.
Bueno, menos mal que apenas me queda una semana para ir a mi pisito con suelos de tarima y puertas de roble, con mi lavavajillas en mi esplendida cocina. Siempre me ha parecido pequeña, pero visto lo visto, ahora pienso que es muy hermosa.
Hace poco hemos estado en fiestas. Lo he pasado bien. Durante una semana todas las noches había orquesta. Yo me venia a las cuatro de la mañana y convenciendo a los niños, menuda marcha que tienen.
Me gustó el primer dia que hicieron un desfile de peñas. Mis hijos y mis sobrinos junto con otros niños del pueblo formaron la peña “somos los que estamos y estamos los que somos”
Desfilaron detrás de un coche amarillo que habían adornado con cadenetas fucsias y negras y un par de cartulinas a juego con estrellas pintadas. Lastima que a mitad del desfile, el coche de atrás se despistara y golpeara al de amarillo hundiéndole el maletero y arrancando el bombín de cuajo. (Cosas que pasan)
Durante el desfile me llamó la atención un par de peñas. Eran jóvenes. Unos habían cogido un remolque de esos que parecen excavadoras (entiendo muy poquito de esos vehículos, creo que son como volquetes pequeños) El caso es que lo tenían lleno de agua y nos fueron mojando a todos mientras alguno de ellos se bañaban en el interior. Debido a la crisis llevaban los torsos descubiertos, vamos que no había camisa más que unas palabras escritas que como se mojaron nadie alcanzó a leer.
También había otra peña que viajaba en un remolque lleno de bidones de agua. Esos si que tenían peligro, soltaban el bidón sobre cualquiera.
A mi me empaparon pero como estábamos a más de 38 grados casi que se lo agradecí.
Cuando se acabó el desfile sacaron mangueras y aquello se convirtió en un concurso de camisetas mojadas.




Debió de ganar alguno de mis hijos que no podían caminar del peso que llevaban sus ropas.
Por las noches, durante el baile, las peñas llevaban botellón. Entre ellas habían juntado dinero y habían comprado toda clase de bebidas, por lo que se pasaron la noche entera bebiendo y cargando con las neveras portátiles de un sitio a otro.
Lo que más llamó mi atención y no me gusto mucho, fue el hecho de que los hombres iban por un lado y las mujeres por otro. Bailaban las chicas con las chicas, y los hombres se emborrachaban en un rincón de la plaza. (No me pareció muy divertido, menos mal que mi chico no estaba allí, le hubiese cortado las orejas) Y no porque yo sea muy posesiva, si no que cuando esta él todo me parece mejor y diferente. Ainss, si es que en la vida real soy muy romanticona.
Estando aquí he aprovechado para hacer una novela nueva, algo que ya tenía que haber terminado, pero es que aquí, también se me pasan las horas volando. De hecho estoy pensando que me tengo que ir a comprar leche, y me da rabia comprarla en el pueblo.
Este sitio es muy pequeño y los comerciantes se aprovechan de ello. Un producto que puedes comprar en Madrid, o en el mismo Trujillo, aquí te duplican el precio. En el fondo me da un poquillo de pena porque como ya he dicho, la mayoría son pensionistas que se han dedicado al campo y a los animales toda la vida y no tienen más remedio que pagar lo que se les pida.
Lo más cercano es coger el coche e irte al pueblo de al lado que hay un Dia muy pequeño, pero con precios razonables. Claro, que yo como soy tan dejada, he dejado que el carné de conducir me caducara y tengo a la guardia civil haciendo guardia en la entrada del pueblo.
Al menos puedo decir que he estado relajada. No hay muchos vehículos, ni caravanas, ni personas… solo moscas. ¿Ya he dicho que son muy pesadas?


Ya hoy estoy en mi casa y... ¡quiero irme de vacaciones otra vez!