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sábado, 24 de noviembre de 2012

Enfrentando al destino de Ana Fernández.

YA ESTÁ A LA VENTA

en versión digital para libros electrónicos.
Si no dispones de uno de estos aparatitos, tranquil@, se puede leer en el ordenador sin problemas, descargando el programa gratuito "Adobe digital Editions".
Rápido y sencillo de descargar, económico para el bolsillo (solo 2.99€ ) y no ocupa espacio, que más se le puede pedir a un libro y si encima añadimos que es una bonita historia de amor con pirata incluido, pues ya está todo dicho.


Sinopsis

Isabel Fuentes no quiere dejar atrás su vida en Caracas, pero sabe que no debe permitir que su padre emprenda solo el viaje de vuelta a España. Por eso acaba convenciéndose de que el regreso a la Península es lo mejor para ambos. Sin embargo, su creciente entusiasmo no tardará en empañarse cuando el barco en el que viajan es abordado por unos piratas, e Isabel es secuestrada y entregada como moneda de cambio al corsario Stephen Harrys. Desde entonces, en la mente de Isabel sólo hay un pensamiento: huir. Para lograrlo empleará todos sus recursos, pero sus sentimientos hacia Harrys terminarán entorpeciendo sus planes de fuga. Aunque él no será el único escollo, pues el destino le tiene reservadas algunas sorpresas que a ella no le quedará más remedio que afrontar...




Os dejo un pequeño fragmento que la autora tiene en su blog:


Dirigió su mirada hacia las paredes ya desnudas de su hogar. Un nudo cerró su garganta amenazando con volver a provocarle el llanto.
A sus diecinueve años, se consideraba una joven fuerte y cabal, pero desde el mismo instante en que su padre le comunicó su intención de vender todas las propiedades de Caracas y regresar a España, su mundo se derrumbó y, con él, su fortaleza.
No quería irse, toda su vida se encontraba allí, con aquella gente. Era donde había nacido, donde había sido feliz y ahora su padre pretendía llevársela a una tierra lejana y extraña para ella. Un país al que no tenía ningunas ganas de volver, a pesar de saber que allí tenía familia.
No le hubiera disgustado hacer el viaje sabiendo que regresarían algún día, pero así... así no. En Caracas estaba todo lo que conocía, todo lo que amaba.
Sus pertenencias más valiosas se habían embalado para enviarlas a España, el resto se había vendido junto con la casa y las tierras.
Ya no quedaba nada que le perteneciera. Los ojos se le llenaron de lágrimas, y se nubló su mirada. Alzó la vista hacia el techo, respiró hondo y se tragó toda la amargura que la devoraba como una bestia hambrienta.
—Isabel, tenemos que irnos.
La cansada voz de su padre la hizo volver a la realidad. Al volverse para mirar su rostro vislumbró el dolor en aquellos hermosos ojos, tan vivaces en otros tiempos y ahora tan apagados y sin brillo.
La muerte de Catalina, su esposa, lo había sumido en una tristeza que rara vez lo abandonaba. Había intentado seguir adelante, por su hija, pero los años y los recuerdos lo habían vuelto cada vez más taciturno. Todo en aquella casa le recordaba a ella. El dolor por su pérdida no había disminuido con los años, al contrario, cada vez la extrañaba más.
Por eso había tomado aquella decisión: volverían a España; allí tenía familia y amigos. Quizá la distancia pudiera alejarlo también del recuerdo de Catalina.
No quería olvidarla, eso nunca pasaría, la había amado demasiado. Pero abandonar el lugar donde habían compartido felicidad y amor podría ayudarlo a no sentir tanto su falta.
Así se lo había explicado a Isabel y ella entendía sus razones, aunque no las compartía. Habían discutido hasta la saciedad, le había dado un millar de motivos para quedarse y otras tantas opciones para no tener que abandonar definitivamente su vida en Caracas.
Pero todo fue inútil. Ernesto Fuentes había tomado una decisión largamente meditada, así se lo había dicho, y ya no había marcha atrás.

Recorrió la estancia con la mirada por última vez y salió de su casa. Aunque, en realidad, ya no era suya. Se acomodó en el carruaje que aguardaba para llevarlos al puerto, donde la mayor parte de sus pertenencias los estaban esperando.

El trayecto hacia el puerto, en la ciudad de La Guaira, no era muy largo, pero a Isabel se le antojó eterno. Viajaban en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos.
No apartó la vista de la ventana. Quería grabar en la memoria todos y cada uno de los lugares que tan bien conocía y que jamás volvería a ver.




2 comentarios:

  1. Hola, hola!!
    Ya lo tengo en mi lista de futuras lecturas, la sinopsis en muy atrayente. Sera lo primero que lea de esta autora ;)
    Bicos!!

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  2. ¡¡¡Vaya pinta!!! En breve me pongo con él.

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